Ahora que releo estas historias, treinta y tres años después, me cuesta creer que soy la misma persona que las escribió. El veterano componedor de frases observa con ternura los esfuerzos de ese joven para darles forma digna a sus escritos. Pero siento un profundo respeto por su dolor, por las honduras que tuvo que navegar para que la literatura lo redimiera y lo salvara.

Bajas pasiones tiene historias absurdas, perversas, complejas y simples. Su humor es oscuro y desencantado. Siento que su autor sabía cosas que he olvidado. Pero nos une la idea de que los libros son la manera de decirle al mundo “aquí estuvimos”, y que ayudan a sentir que nuestro paso por la vida no fue en vano. (De la contraportada)

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Nunca he tenido la intención ni el anhelo de convertirme en crítico. Desde el principio leí en algún lado –y me pareció cierto– que la crítica es el amargo refugio de aquellos que no pueden hacer arte. De manera que asumirme como crítico parecía tener algo de derrota.

Ignoro si he podido o no hacer arte –por lo menos no he dejado de intentarlo– pero es difícil negar que he ejercido la crítica.

Reúno aquí reseñas publicadas, a lo largo de treinta años, en los periódicos El Universal de Cartagena y El Colombiano de Medellín, y en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República (Bogotá).

Además de los temas recurrentes (las críticas a las modas impuestas por la industria editorial, o a la ligereza en la escritura o la edición), hay implícita en estos textos una filosofía de la literatura que el tiempo me ha permitido discernir con claridad.

(De la contraportada) 

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Con la publicación de Imina (publicada originalmente en 1881) seguimos adelante en el rescate de la obra de Felipe Pérez Manosalbas (1836-1891), un autor injustamente olvidado. Pérez vivió durante el siglo diecinueve, tuvo una vida asombrosa (por lo fértil y digna) y murió cuando empezaba una hegemonía conservadora que no permitió que se le recordara. Las únicas noticias que muchos tienen de él se deben a la adaptación para televisión de una de sus novelas, El caballero de Rauzán, pero poca atención se ha prestado al resto de una obra que incluye más de treinta novelas. 

Imina parece ser la historia de un hombre que busca la sabiduría en todos los lugares donde pueda encontrarse, pero al final revela que carece de la más elemental inteligencia. La protagonista es esa mujer en las sombras cuyo nombre da título al libro: una mujer que se reinventa, que se forma a sí misma como persona, a partir de las más precarias y limitantes condiciones.

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